Después de permanecer casi dos años cerrado, ubicado sobre la avenida Corrientes, volvió a funcionar desde este miércoles el bar que se hizo famoso por su típico chocolate con churros que había cerrado sus puertas a inicio de 2019
Bajo una nueva administración, este miércoles tuvo lugar la reapertura del bar histórico La Giralda ubicado sobre la avenida Corrientes al 1400. A las siete de la mañana el local recibió a sus primeros clientes desde su cierre, y así quedó probado que conserva la identidad del «chocolate con churros».
Inaugurado en 1930, La Giralda se convirtió en uno de los bares notables de la Ciudad de Buenos Aires y por eso cuando cerró su local el público quedó en ascuas sobre su futuro.
Sus nuevos dueños, Gabriel García y Nicolás Marques, se encargaron de recuperar el bar y conservar la fachada del frente mientras lograron remodelar el interior con un aire moderno para el bar notable. Marques, sobre la reapertura, dijo que «Fue emocionante, nos llena de orgullo y concretamos un sueño», Además contó que estaba prevista para mayo de 2020 pero se pospuso por la pandemia y agregó que «La Giralda es un patrimonio de la ciudad, un ícono de Corrientes y de la cultura, por eso reabrirla es un orgullo personal y profesional».
En las nuevas instalaciones se conservó el frente de la cafetería y recuperaron las maderas con los espejos tallados al ácido que están en todo el perímetro del lugar. También replicaron el cartel de neón que dice «chocolate con churros» de la antigua Giralda, las mesas de mármol, sillas estilo thonet, que eran las que se diseñaban en los años 30.
Sobre la gastronomía porteña, Marques dijo que el clásico quedará tal cual «el icónico chocolate con churros no lo vamos a modificar» pero agregó que la carta de La Giralda contará con una oferta «más amplia y variada que antes, con almuerzo, cena, y barra de tragos. Vamos por ese público también».
Por este motivo, Marques comentó que hay que «conservar la mística pero es inevitable aggiornarse un poco al servicio que ofrece la gastronomía actual, si no la competencia te deja chiquitito».
Uno de los integrantes del equipo de trabajo es Martín Silman, que es mozo de La Giralda y recorre de punta a punta las mesas. Trabaja en el rubro desde hace varios años, y esta semana, pandemia de por medio, volvió a su lugar de trabajo en días en que el rubro busca recuperar su normalidad.
Sobre la apertura Silman dijo que «las primeras personas que entraron hoy muy temprano, tenían lágrimas en los ojos. La emoción de volver a su café, con los cambios que se pueden apreciar, pero con todo el espíritu de la época». A su vez, el mozo agregó que hubo «un excelente recibimiento de todas las personas» que los visitaron este miércoles porque «han valorado el esfuerzo de la restauración original, de lo que era el bar de 1930. La intención es dar el mejor servicio, y por suerte la gente entró contenta y se fue contenta».
Una de las personas que disfrutaron del evento fue Mirtha, una vecina de Caballito de 64 años, que disfrutó del chocolate caliente sentada en una de las primeras mesas con vista a la vereda, como lo hacía en otros años: «He venido en otras épocas, cada vez que paseaba por Corrientes, era un clásico venir a tomar un chocolate con churros, que son mi debilidad. El lugar está un poco más moderno, pero sigue igual. Es algo clásico porteño», dijo y agregó la vecina «Hay que seguir manteniendo los lugares notables, como pasó también con el café Las Violetas, o va a pasar con El Molino. Es muy importante cuidar el patrimonio, tenemos unas construcciones bellísimas«.
Los recuerdos y las miradas de los vecinos se iban sumando. En otra de las mesas de mármol se encontraba Ricardo Villarruel, de 69 años, que pasó por la Ciudad de Buenos Aires para hacer un trámite, supo de la apertura y no quiso perderse la oportunidad de tomar un chocolate con churros que, según prometen sus nuevos dueños, mantiene la receta original y costará 550 pesos: «Recuerdo que cuando era chico venía siempre. Luego pasaba y eventualmente tomaba un café. No han perdido la idiosincrasia y política de tradición pero lo han llevado a una modernidad que reaviva el local. Me gusta que se conserven los lugares tradicionales en la medida que se puedan aggiornar y no pierdan el espíritu. Un lugar que se reflote y que uno se anime a decirle a sus hijos que vayan», manifestó.
El abogado Roberto Giménez toma un café y él mismo dice que no se considera cliente legendario pero «sí antiguo». En sintonía con que los mismos vecinos mantengan el emblemático café dijo: «Yo no iba a venir pero pasé y bueno, acá estoy. Me llama la atención que esté tan lleno de gente, pero creo que va a funcionar bien, y mi deseo es que no lo dejen caer«.
En la pared del fondo se colocó un vitraux creado por los artistas Paula Espigares, Luis María Gianera y Pablo Schapira, que es una réplica de la Giralda española.
Otra mujer que no es vecina pero trabaja a la vuelta contó emocionada: «Bajo del subte y siempre paso por la puerta. Cuando cerró me quedé con ganas de venir, así que cuando escuché que se inauguraba no lo dudé. El lugar me parece hermoso y es emblemático«, expresó Nelsa Ortiz, de 59 años, quien trabaja a la vuelta de La Giralda, y cuando vio por televisión que abría este miércoles, decidió ir por primera vez.
La Giralda nació en 1930 como lechería, de la mano del andaluz Francisco Garrido. Pero fue recién en 1951 que se convirtió en un símbolo de la calle Corrientes. Ese año fue adquirida por Antonio Nodrid, quien conservó el nombre, la marca de chocolate de su primer dueño y la tradición de los churros. Su bisnieto fue el último Nodrid que estuvo a cargo del bar hasta que los problemas económicos lo obligaron a cerrar a inicios de 2019.
A partir de este miércoles, funcionará de lunes a viernes de siete de la mañana hasta las dos de la madrugada y los fines de semana las 24 horas.
