El playero que trabajaba en un garaje del centro de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Arturo López continúa internado y una de las secuelas más graves a dos meses de su internación es que no reconoce a su familia ni sabe lo que le pasó. Por su parte, el agresor y su familia continúan prófugos.
La situación se dio hace dos meses atrás cuando el trabajador Arturo López fue golpeado de manera sorpresiva por detrás por un joven cuyo motivo fue una supuesta rayadura en su auto. Por el golpe recibido, hoy el hombre de 66 años continúa con su rehabilitación en el Centro Médico Fitz Roy, pero le quedaron secuelas irreversibles: no reconoce a su familia ni recuerda con exactitud por qué está ahí.
En el momento del golpe que le dio el joven de 17 años y la posterior caída, López tuvo dos hemorragias cerebrales, lo que le provocó pérdida parcial de la memoria. Una de las hijas del playero, Agostina, dijo «No sabemos cuándo va a estar bien», quien se turna con su hermana para cuidar a su padre, a la espera de que muestre algún avance. Además, relataron que hasta el momento, las conversaciones son escasas, ya que López no tiene la capacidad para tener una conversación fluida lo que le provoca una gran angustia.
En tanto, el agresor se llama Carlos, tiene 17 años y está prófugo de la justicia junto a sus padres luego de que la jueza Carla Cavallieri haya solicitado su pedido de captura. Por su parte, el fiscal juvenil Mauro Tereszko asegura que están tratando de contactarlo para que se presente en la fiscalía, pero a dos meses del hecho la causa no avanza.
En los datos de la investigación que está en curso, según se supo, los prófugos son protegidos por integrantes de la comunidad gitana. En este sentido, una de las hijas del playero confirmó que Carlos, el agresor, había ingresado meses antes del ataque a la Comisaría 14C de la Ciudad de Buenos Aires por una denuncia de estafa y defraudación con una compra y venta de un auto.
La información que brindó la fiscalía es que se realizaron allanamientos para dar con su paradero: tres fueron en domicilios particulares de las calles Victoria, El Tiziano y Miguel Ángel, en Moreno. En este último se secuestraron ocho celulares y un grabador. Además de otros tres en casas casi contiguas sobre la calle Juan Jofre de la localidad de Rafael Castillo, donde se secuestraron otros ocho celulares; otra en una vivienda sobre la calle Baliña al 1300, en Banfield, lugar en que se incautaron cuatro teléfonos más, un revólver calibre .32 y una caja con municiones. Los últimos se llevaron a cabo en el barrio porteño de Floresta sobre el Pasaje Haití al 3.900. Allí se secuestraron en total otros nueve celulares, además de un CPU, una notebook y un grabador.
