29/03/2024
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Mística, pop, humor y simbolismos en el arte que inspiró la figura de Eva Perón

Representación pop de Evita del grupo Mondongo

Amada y odiada, la figura de Eva Perón de la cual se cumplen 70 años de su temprana partida no solo se estampa en el emblemático edificio del Ministerio de Desarrollo donde se recortan los murales de Alejandro Marmo sino que atraviesa memorias reconfiguradas a partir de expresiones artísticas equidistantes en estilos y conceptos que la traen de regreso, desde la representación pop del grupo Mondongo hecha de pan hasta el simbolismo del pintor Daniel Santoro o las lágrimas y las cinco versiones que Nicola Costantino presentó en la Bienal de Venecia.

Una mítica Evita, llamada por muchos la “abanderada de los pobres, los humildes”, impulsora del voto femenino entre otras cuestiones que dejaron fuertes huellas en el tejido social, se acompasan en su rol de actriz radiofónica y cinematográfica, y en esa joven de origen humilde que migra a la gran ciudad en la década de 1930. Sus facetas y reverberaciones acompañan la iconografía artística, traspasan fronteras y se instalan desde distintos lenguajes y estéticas para formar parte de ese territorio mítico inscripto en el anecdotario y en los relatos de ídolos populares como Maradona, Gilda, Gardel o el “Che” Guevara.

Parte de ese gran rompecabezas que acerca sus imágenes, entre reales e imaginadas a lo largo del tiempo, deviene en obras que se asoman a las subjetividades desplegadas desde su figura, y ni siquiera la foto emblemática tomada en 1944 por la gran fotógrafa Annemarie Heinrich logra sustraerse a este sino, como tampoco la figuración estilizada que irrumpe en el “Retrato de General Juan Domingo Perón y su señora esposa María Eva Duarte de Perón”, del artista franco- argentino Numa Ayrinahc.

Entre los numerosos nombres que trabajaron sobre María Eva Duarte están también los de Ricardo Carpani (1930-1997) y Nicolás García Uriburu (1937-2016), que en 1980 la retrata entre otros mitos porteños como Gardel y la Virgen de Luján. Y entre los artistas más contemporáneos que la recuperan se inscriben Yamila Salvarreyes con su “Bendita Evita”, el arte pop de Marina Olmi y ese pop crítico de Aurelio García, entre otros.

Una de las obras más atípicas es la “Eva” realizada con panes por el grupo Mondongo, integrado por Juliana Laffitte y Manuel Mendanha. “La figura de Evita la abordamos a manera de retrato en el 2006 y en nuestra serie de 2007, “Disney, Perón y LSD”. En el primer caso nos encontrábamos en una época de pura experimentación con materiales de consumo masivo como sustancia pictórica. Buscábamos que el material pudiese dimensionar algún tipo de arista del personaje retratado”.

Una de las cinco versiones de Evita que Nicola Costantino present en la Bienal de Venecia
Una de las cinco versiones de Evita que Nicola Costantino presentó en la Bienal de Venecia

Influenciados por la película “Perón, sinfonía de un sentimiento” de Leonardo Favio, el retrato se hizo con diversos panes, centrándose “en el imaginario positivo de su figura en relación al trabajo que realizaba a través de su fundación -cuentan a Télam los integrantes del dúo creativo-. En el segundo caso, al abordar un femicidio ocurrido en cercanías de La República de los niños, como digresión del tema central, realizamos un cuadro evocando el cuerpo momificado de Eva que describe el cuento ´Esa mujer´ de Rodolfo Walsh”.

La artista Nicola Costantino representó a la Argentina en la Bienal de Venecia de 2013 con la obra “Eva Argentina. Una metáfora contemporánea”, compuesta por varios trabajos como “Rapsodia inconclusa”, en la que interpreta a Eva.

“La figura de Eva es junto con la de Frida Kahlo, dos mujeres latinoamericanas, la que más reconoce el mundo. Y es en ese sentido muy emblemática, sobre todo para la idiosincrasia de nuestro país que pareciera no poder pensarse sin peronismo”, explica Costantino a Télam. Y prosigue: “Su figura fue siempre abordada desde lo político de una manera muy directa y propagandística, pero creo que tenía otro costado muy valioso que no se había mostrado y eso es lo que yo quería mostrar”.

En tanto mujer en una “época tan machista, militarizada, sin cultura, plata, familia, sin nombre, fue un hecho tan único -esgrime-. ¿A qué se debía? ¿Qué tenía ella como talento, poder, para lograr lo que hizo sin nada?”.

“La quise rescatar desde su figura de mujer, pero en un aspecto solitario, no público, sino en su intimidad. Ella construyó su imagen que fue la herramienta, el arma que utilizó, una cosa muy de la época. En tan poco tiempo cambió unas cinco o seis veces de imagen, personalidad, de todo. Por eso puse cinco Evitas todas juntas, porque son irreductibles a una sola y en el final de la obra se ve cómo se va desmaterializando su imagen”, describe Costantino.

Una de las fases de la obra presentada en la Bienal de Venecia incluía la exhibición de un vestido mecánico a escala natural, un corset de hierro que retomaba la leyenda de que en su última aparición pública Evita estaba tan débil y enferma que había tenido que ser sostenida por un arnés que la mantenía erguida. “Este corset que parece vivo todavía como queriendo luchar y salir del destino que le tocaba, la muerte”, dice la artista.

El arte pop de Marina Olmi
El arte pop de Marina Olmi

En otro de los tramos de su obra, Costantino montó la instalación “Las lágrimas de hielo”, que al principio exhibían sobre una mesa de metal una infinidad de hielos en forma de lágrimas, luego reemplazados por reproducciones de acrílico. “Ahí se veía lo inimputable que es”, evoca la artista en referencia a “todos los defectos del populismo”. Pero, “el amor que despertó, hoy todavía despierto en la gente, va mucho más allá de cualquier opinión política -apunta-. Ese dolor y ese amor de la gente y el sufrimiento es algo casi que tiene como un ribete de milagros”.

La artista visual rosarina radicada en Buenos Aires acota que “el trabajo del artista no es hacer cosas que agraden a la mayoría, sino lo que a veces cuesta ver”.

Un recorrido muy diferente es el de Daniel Santoro, que trabaja con el ícono de Eva desde hace mucho tiempo. En diálogo con Télam, el artista destaca “el gran anclaje icónico de la figura de Eva, una cualidad que pocos alcanzan, sobre todo en el territorio de la política, porque “hay pocos íconos que trascienden en tiempo”.

“Tal vez el único que se puede comparar al de Eva es el del ‘Che’ Guevara y hay un aspecto fundamental en esto que es el tema heroico, el sacrificio de un cuerpo joven, bello, que se inmola. Eso es muy convocante al estilo de Juana de Arco -ejemplifica-, y en ese tono es donde Eva Perón prospera como mito y como ícono. Todo mito tiene un ícono que lo representa”.

Como equivalente de la proliferación de Eva en sus distintas formas destaca al líder revolucionario que puede ser representado “casi unívocamente con la foto famosa de Alberto Korda, que sigue produciendo remeras y se sigue tomando como parámetro más allá de que pueda ser tanto una remera vendida en Nueva York a un tipo que no conoce el marxismo como a un estudiante de filosofía de acá -remarca Santoro-. Esa capacidad llega a Eva Perón y hace que las visiones de ella tengan esa calidad polisémica que puedan significar distintas cosas”, afirma.

“Desde su nacimiento político, Eva fue siempre controversial. Tuvo sus enemigos feroces, sabemos lo que le pasó a su cuerpo incluso (que fue momificado, robado) y detrás de eso hay una construcción mítica e icónica: desde la mujer del látigo, la bruja malvada, hasta el hada buena, la ninfa suburbana”, explica.

Una de las cinco versiones de Evita que Nicola Costantino present en la Bienal de Venecia
Una de las cinco versiones de Evita que Nicola Costantino presentó en la Bienal de Venecia

“Detrás está la lucha política también. Es un emblema de un determinado movimiento político como el justicialismo, el peronismo, y se sigue resignificando ahí con nuevas tareas. Esa es otra cualidad”, afirma Santoro. Y agrega: “Las chicas más jóvenes la toman como bandera del aborto incluso, cosas que tal vez Eva Perón no hubiera desconocido o incluso hubiera estado en contra, pero sin embargo su capacidad de saltar en el tiempo, esa dimensión mítica, hace que pueda adherir a propuestas que le son desconocidas en su origen. Se resignifica y se reactualiza: eso es interesantísimo”.

Para Santoro, el disparador de las obras en torno a Eva Perón “fue el de la inclusión, la cuestión del voto femenino y demás, pero después eso se expande a todas las reivindicaciones de género, como una potencia que está dentro del propio ícono y le da la permanencia”, explica.

El artista comenzó a trabajar sobre la figura de la dirigente política en los 80 “y específicamente más en los 90 con toda la traición del menemismo” que le hizo reflexionar sobre esta temática y la figura de Eva “que era muy malversada en ese momento”.

Es la época en la que Santoro comenzó con la obra ilustrada “El manual del niño peronista”, una suerte de tratado de la iconografía peronista y del arte argentino que acumuló unos 30 tomos. Luego vinieron las muestras, “algunas de ellas con la centralidad en la figura icónica de Eva”.

En 2011 el artista colaboró con Alejandro Marmo en la concreción de los dos murales de metal basados en fotos de Eva e instalados en el edificio del Ministerio de Desarrollo Social que pueden verse desde la centralidad porteña de la 9 de Julio, ahora nuevamente iluminados. Según señala, no es un trabajo que considere como nuclear en su obra sino parte de “un trabajo colectivo”. Y aquí la distinción relevante: “no le otorgo casi ningún valor artístico, pero sí simbólico”.

“El ícono político cuando se traspasa a lo popular, generalmente se objetiva -plantea-. Cualquier ícono, sea el de Mao Tse Tung o Lenin, son objetivamente fotos. No importa el autor. Eso es algo notable. La gente espera ver a Eva objetivamente en la foto o alguna representación realista y sin subjetivaciones”, explica. Y completa la idea: “Ninguno de los grandes artistas hizo íconos políticos oficiales, porque no se lo hubieran permitido. Imagínate un ícono político de Stalin hecho por Picasso, que era estalinista. Hubiera sido una catástrofe. No hubiera sido lo suficientemente realista”, concluye Santoro.

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